04 #conocimientocompartido

8 agosto 2013 — Guillermo Miranda

La inteligencia colectiva y el desarrollo de las relaciones para explorar el conocimiento. El espejo de los insectos sociales

La inteligencia colectiva se basa en la colaboración y participación de muchas personas, donde la toma de decisiones es consensuada, y cuyos resultados obedecen a un proceso de trabajo horizontal. El término parece ser que tiene su origen en los estudios sobre insectos sociales como las abejas o las hormigas. Juan Antonio Ramírez en La metáfora de la colmena describe a las abejas como un modelo de sociedad perfecta, solidaria y laboriosa en la que se ha inspirado el ser humano a lo largo de muchos periodos de la historia. El propio Aristóteles en sus textos de historia natural y en sus tratados políticos equiparó a los insectos sociales y a los hombres.

El concepto de procomún está basado en la idea de pertenencia de bienes a la comunidad, pero que al mismo tiempo no llegan a ser de nadie (hay una diferencia entre lo común y lo público). Por eso el conocimiento compartido es un bien común, porque ha sido creado de manera colectiva por la comunidad, en la que cualquier usuario puede participar de esa creación. Internet ha contribuido decisivamente al desarrollo y construcción del conocimiento compartido a nivel global. El software libre o las licencias Creative Commons han acelerado el proceso, si bien es verdad que durante mucho tiempo los derechos y las patentes han frenado el acceso y desarrollo de la sociedad del conocimiento. Los derechos de autor, los copyrights o las patentes tenían sentido porque contribuían a proteger al autor, a divulgar la invención o a fomentar la propia creación. En la actualidad con los avances tecnológicos ya no es así, ya que los derechos impedirían a los usuarios utilizar ese contenido de manera compartida. Internet ha evidenciado un desarrollo que ya no está centrado tanto en el conocimiento, como en las relaciones que permiten explorarlo. Los creadores y los consumidores de contenidos ya no se diferencian mucho. Un ejemplo a destacar de inteligencia colectiva y conocimiento compartido es Wikipedia.

Hace unos años leí en un medio de comunicación una noticia que decía que un porcentaje muy alto de las fuentes de tráfico que recibía el British Museum a su web procedía de Wikipedia. Entonces pensé en subir masivamente contenidos del Museo Thyssen-Bornemisza con el fin de deslocalizarlos y ganar usuarios. La idea era posicionar imágenes de obras de la Colección con sus metadatos en páginas de ciudades o de autores, y crear vínculos hacia museothyssen.org. Después de una carga masiva de contenidos, Wikipedia eliminó todo el trabajo que habíamos realizado por considerarlo spam, argumentando que se estaban subiendo demasiados contenidos desde una misma IP. En un segundo intento nos conectamos a través de IPs dinámicas y nos volvió a considerar spam por generar demasiados enlaces que apuntaban hacia un mismo dominio. En ese momento no entendí lo que estaba pasando, ni por qué Wikipedia no concedía valor al contenido que podían aportar los museos. Posteriormente me di cuenta de que quizá tenía más que ver con el propio proceso de producción.

En 2010 Wikipedia comenzó a colaborar con el British Museum con Liam Wyatt (vicepresidente de Wikimedia) como residente durante cinco semanas. Posteriormente la revista de Archives of American Art nombró su propio wikipedista, y desde entonces numerosas instituciones se han unido al proyecto. Actualmente la iniciativa GLAM-WIKI (Galleries, Libraries, Archives and Museums) forma parte de un proyecto de colaboración entre la enciclopedia e instituciones culturales para difundir conocimiento, y se creó para ello el programa Wikipedian in residence. Aunque aún sigue habiendo algunas barreras por superar como las licencias CC-BY-NC que restringen el uso comercial y que los museos aún no están dispuestos a ceder.

Los museos ya no pueden limitarse a crear contenidos y esperar a sus usuarios: “It’s simply not enough to publish assets on our own website—we cannot expect people to come to brooklynmuseum.org and we need to be reaching out to communities on the web to engage interest in our collections” (Shelley Bernstein). Esto implica contar con el público en la creación de contenidos, y significa dar un giro en la estrategia de deslocalización. Es evidente que los museos necesitan de la colaboración de proyectos como el de Wikimedia, y para ello deben ceder una pequeña parcela de poder y modificar algunos procesos de producción. Quizá aún no habíamos mirado demasiado en el espejo de los insectos sociales.

Imagen portada: Abejas trabajando en el panal